La aventura de los pinceles y las cuerdas, ha sido superarse en cada suspiro,
en cada sorpresivo aliento que casi sin tiempo para cogerlo y soltarlo, ha ido montando la mejor película posible, no me mal interpreten, no hablo de Casablanca,
¡No! Hablo de mi vida en Sevilla, en definitiva se trata de eso, un periodo
que siento que se cierra ahora casi en contra de mi voluntad, yo que siempre
aborrecí Sevilla, he conocido a una gente maravillosa que me hace sentir como
un elfo en su aldea llena de sol de cerveza, y experiencias reflejadas en interminables
charlas, en el calor de la alameda, del campo con sus encinas, del Guadalquivir, o de cualquier terraza. El
placer de leer un libo en sus parques, el placer de contemplar las tertulias
callejeras en callejuelas del centro, de perros vagabundo y del flamenco para
hippies y guiris.
Así es como nació la penúltima gran aventura de pinceles y cuerdas, digo penúltima
porque todavía me quedan 15 días, y me consta que a cada cual será más intenso que el
anterior, no hay otra opción. Todos los compañeros hacen maletas; despiertas un día
y casi sin previo aviso, ya no están, ya no te abrazan por las mañanas con sus
pijamas, con sus legañas y primeros caféses del día hechos de la manera más
torpe, seguido de comentarios en segundos idiomas que a esas primeras horas
resultan torpes y graciosos a partes iguales.
Hablo de la convivencia con mis compañeros de este último año en la
casa clavellinas, también hablo del año anterior no me olvido de ninguno lo
juro.
Gracias a la casa clavellinas y sus gentes he sentido esa magia que cuesta muy caro al mes, pero seguramente sea la inversión más segura.
Calle feria y su mercadillo centenario, la picardía de sus gentes, la vida en sus aceras para nobles y vagabundos la viven de igual modo, la casa clavellinas de gran patio andaluz, anda con luz mágica que hace que todo sea diferente, casi inexplicable, conciertos de guitarras clásicas y andaluzas, hippies, flamenco en directo con voz desgarradora, cajones, palmas, taconeo y baile con firma italiana, olor a aguarrás, pinceles, copas y voces de fiestas Erasmus inesperadas, pero sobre todo, el amor de mi novia, la mejor de todas, sin ánimo de ofender, es la mejor de todas, la quiero y con ella aprendí a querer su mundo y a Sevilla, a enamorarme de su tradición, de su fuerza y autenticidad intacta e impenetrable por los siglos de los siglos, ¡Amén!.
Calle feria y su mercadillo centenario, la picardía de sus gentes, la vida en sus aceras para nobles y vagabundos la viven de igual modo, la casa clavellinas de gran patio andaluz, anda con luz mágica que hace que todo sea diferente, casi inexplicable, conciertos de guitarras clásicas y andaluzas, hippies, flamenco en directo con voz desgarradora, cajones, palmas, taconeo y baile con firma italiana, olor a aguarrás, pinceles, copas y voces de fiestas Erasmus inesperadas, pero sobre todo, el amor de mi novia, la mejor de todas, sin ánimo de ofender, es la mejor de todas, la quiero y con ella aprendí a querer su mundo y a Sevilla, a enamorarme de su tradición, de su fuerza y autenticidad intacta e impenetrable por los siglos de los siglos, ¡Amén!.
Pinceles y cuerdas es solo un espectáculo que para mi, encierra todo un trayecto
de dos años en la que mi vida ha tornado a otro rumbo y otra forma inesperadas de
afrontar el abrasador calor, dejándome invadir por él, hace que la mueca en mi
cara sea permanente y el delirio por el sol se convierta en la opción más sensata. Hoy no
quiero hablar del espectáculo, quiero hablar de lo que para mí significa
haberlo hecho y de lo que me ha hecho sentir.
Espero que vosotros, ahora presente, entendais también lo que
significa y significó éste inesperado viaje en su momento.
Muy agradecido vuestro amigo Javi.
0 comentarios:
Publicar un comentario