Me acuerdo ahora de una escena que me llamó mucho la atención,
de un recomendable film francés “dans la maison” (“en la casa” para la versión
española). En él, encontramos una escena donde el profesor compara un ejercicio
de clase (una narración) con los textos de un catálogo de arte contemporáneo,
es decir, descripción vacía y banal sin
sentimiento pero lleno de floritura en palabras bellas.
Está claro que dentro de un catálogo de arte contemporáneo nos
podemos encontrar este discurso vacío, lleno de humo gráfico, por muy diversos
motivos, puede ser por que la obra habla de manera visual, pero no está clara
la interpretación escrita, en ocasiones falta buenos críticos para su análisis,
también puede ser por que el discurso está elaborado después del trabajo (algo
muy común entre el mundillo), según lo que puede sugerirle al autor una vez
pintado, también muy válido, sobre todo si tenemos en cuenta que un mismo
proyecto puede ir evolucionando, pero con la susceptibilidad de caer en valores
universales típicos hasta la saciedad y sin detalles ni sorpresas, sin matices
capaz de atrapar al espectador. Por ejemplo, está claro que el Guernica de Picasso
estaba llamado a ser una de las obras más representativas, por no decir
maestra, del artista malagueño, en ella los valores universales de la guerra,
el bien y el mal, el terror del ser humano etc… se ven reflejadas, pero a
diferencia del humo que podemos encontrar en las galerías y ferias de arte contemporáneo,
el Guernica, se trataba ya de una obra de un artista mundialmente reconocido,
influyente y que si bien fue un encargo, el Guernica coincidía totalmente con
los sentimientos e ideales de Picasso con el gobierno republicano, lo cual hace
que la obra sea sincera en sus interpretaciones que sumado al talento del
artista hacen de la obra un verdadero libro de valores universales e historia que
habla por sí solo.
Pero en definitiva, pienso que hoy en día el discurso no es
importante, es importante si el trabajo es bueno, los discursos pueden llegar
después, si el trabajo llama la atención es seguro que el discurso llegará
antes o después. Lo importante para el galerista es que venda, es que coincida
con los gustos de su cartera de clientes.
Hoy la estimulación visual es tan grande y evoluciona de
manera vertiginosa, gracias a internet y los nuevos medios de difusión, podemos
encontrar artistas y trabajos que valoramos y nos gustas a diario, es infinito,
lo curioso es que en ocasiones nos gusta pero no sabemos analizarlo, no sabemos
decir bien porque nos gusta, empleamos términos como que guay! Como mola! Pero por
qué nos gusta? Es ahí donde el reflejo de la sociedad a través del arte sale a relucir, es ahí donde la
curiosidad, la cultura, la educación, los valores de una sociedad quedan en
evidencia. Demasiado futbol? demasiado Telecinco? La logse, la E.S.O. … los
padres… demasiados temas a debatir.
Para mí se trata de disfrutar, en resumen son colores
fluorescentes, la observación y disfrute de los grandes maestros que hablan por
sí solo, Goya, Rembrandt, Velázquez… para descubrir un mundo personal mirándome
en el espejo de los grandes maestros. No se trata de compararse, lo cual es
absurdo, se trata de aprender de los grandes, de disfrutar descubriendo mi
mundo, mirando a través de la observación y admiración de los mundos recreados
por maestros de la pintura, esos que hacen dibujar una sonrisa en mi rostro,
esos que hacen que pase 3 o 4 horas dentro de un museo (ejemplo retrospectiva
de Bacon en Madrid por el 2009) del que tienes que salir a la fuerza por que
cierran o por que tus amigos están a punto de caer al suelo de la saturación museística,
de la que todo humano es susceptible de padecer en cualquier momento si el
feeling no existe, claro!
Y es verdad que a fuerza de mirar y mirar, de tener curiosidad
y de sonreír con el arte, el discurso sale solo, las ideas empiezan a fluir y
todas las piezas van encajando con la elaboración de un trabajo homogéneo en sintonía
con lo que quieres expresar y descubrir en cada pincelada, en cada cuadro
realizado y que te identifica como persona. Para mí eso se llama ahora SWEET
CREAM.